y un día así cualquiera,
toma tu propia mano y vete por ahí.
e invítate a comer.
y asegúrate de pedir “mesa para uno”.
ordénate un buen vino y un buen platillo;
postre, café, un buen digestivo.
al final paga tú
y dite con seguridad “esta vez, yo invito”.
llévate al museo y al cine.
date el lujo de hacer lo que te venga en gana.
si vas al museo, mira únicamente aquello que te llame la atención
y al final, cómprate algo lindo en la tienda de souvenirs.
una pieza de diseño,
un libro que pese más que todos los libros que tienes en tu casa,
un busto de galileo,
una réplica de un Van Gogh.
lo que te venga en gana.
si vas al cine,
ve a uno de esos donde puedes tomar alcohol,
y pídete una cerveza helada.
si la película es mala, salte o duérmete.
si es buena,
llora, berrea, cágate de risa, aplaude al final.
lo que te venga en gana.
después llévate al parque por un helado.
sí, otro.
y no seas egoísta, esta vez pídelo doble.
recuerda que no estás solo.
cómetelo mientras caminas, mientras te tomas de la mano,
mientras vez la vida pasar, el atardecer morir.
y mientras observas a toda esa gente comiendo helado
y paseando a sus mascotas.
y también puedes ser tu propia mascota en ese momento.
lo que te venga en gana.
después llévate a un bar
y pídete un buen coctel.
uno caro.
de esos cócteles con nombres exóticos a los que les prenden fuego.
no trates de hablar con alguien, no seas mal educado.
Hoy estás contigo.
paga la cuenta y deja una buena propina.
déjate saber que eres un buen tipo.
camina a casa y vete hablando en voz alta.
cuéntate algo divertido.
recuérdate aquella vez que te perdiste tratando de llegar a algún lugar.
llega a casa y quítate la ropa apretada y ponte algo que te haga sentir más cómodo.
mírate al espejo y pregúntate “¿la pasaste bien?”
enciéndete un cigarrillo.
ponte música a volumen bajo.
baila contigo.
baila para ti.
canta.
y al final, recuéstate en la cama,
y ahí, junto a ti, pegado a ti.
cierra bien los ojos.
estás listo para lo que sea.