los ochouno

los nacidos en 1981 no somos millennials, y tampoco somos parte de la generación equis. 

según google, los millennnials pertenecen a la camada nacida entre 1982 y 1994, mientras que los equis fueron los paridos entre 1967 y 1980. los 1981, u ochouno, como nos bautizo a partir de este momento, nos quedamos en la línea divisoria entre ambas generaciones. en el límite. en el hueco que nadie vio hasta el día de hoy.

tampoco quiero plantear un nuevo descubrimiento social al que tengamos que analizar con bisturí. mi idea sobre los ochouno es un dato curioso que se puede tomar o dejar sobre la mesa. es mero ofrecimiento. 

no existen blogs de tendencia o libros de cultura popular que expongan algo similar. esta hipótesis nace aquí y ahora. tiene la carne y los huesos frescos.

también existe las posibilidad de que me lo esté tomando personal, no sé, pero por ahora me resulta excitante la idea de tener una generación «bigeneracional»; dual, mutante, necesaria. una generación situada justo en el medio de los millennials y los equis, capacitada para disfrutar ambos universos, codificar ambos gustos, entender ambas razones, compartir ambas formas de pensar, actuar, trabajar, viajar, enamorarse, emborracharse, ir al cine, comprar café.

esta conclusión tiene una sola fuente: mis treinta y cinco años como ochouno y que cada día me rectifica que nací en el año correcto. explico por qué: 

como ochouno puedo trabajar con millennials y salir temprano de la oficina todos los días («tener vida»); o trabajar rodeado de equis y salir hasta las dos de la mañana, siempre. ninguna de las dos cosas me parecen descabelladas. ninguna me jode. ambas opciones me han dado resultados igual de asombrosos en términos laborales.

en una junta de trabajo, por ejemplo, en donde casi siempre hay millennials y equis –y uno que otro baby boomer– reunidos y odiándose entre sí, yo me la paso mal porque casi siempre estoy de acuerdo —o en desacuerdo— con ambas opiniones. entonces recurro al silencio y hasta al cinismo. porque ojo, soy un mal ochouno. pero los hay buenísimos, que de repente, como si salieran de la tierra, saltan a la mesa y ponen orden de manera sublime. atan opiniones y resuelven con maestría la discrepancia entre dos brechas generacionales. si ustedes han visto a alguien haciendo algo así, seguro fue un ochouno, no un sietecuatro, tampoco un ochoseis.

otra característica de los ochouno es que somos personas solitarias. nos llevamos bien con todos pero al final siempre vamos solos. los millennials se juntan con millennials {hipsters con hipsters tomando café (en un café hispter)}. de la misma forma en la que los equis siempre van juntos jugando al póker y escuchando la misma música que escucharon desde que tenían quince. los ochouno no nos juntamos con ochounos porque no sabíamos que estábamos los ochouno. nos juntamos con millennials cuando los encontramos en algún café o rooftop y nos juntamos con equis cuando organizan algún evento en algún salón de fiestas de algún hotel cualquiera.

pero ya es tiempo de que los ochouno sepamos que existimos y empecemos a juntarnos para hablar sobre los millennials, los equis y sobre nosotros mismos; y sobre cómo el mundo no nos necesita a ninguno de los tres pero le urge que por lo menos, los tres, nos dejemos las etiquetas a un lado y nos pongamos a hacer bien las cosas. porque cuidado, ahí viene la generación z, y a esa sí, la he visto con el futuro muy claro bajo el brazo.

Publicado por purasletras

soy las letras de alguien, no la biografía de alguien. no me gustan las mayúsculas.

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